Para formar parte de una banda, algunas pandillas suelen pedir a sus posibles integrantes pruebas como: herir a un adversario o robar una casa.
Otras veces se realizan ritos en donde los jóvenes deben salir vivos e ilesos en una batallar campal y asegurarse de que alguno de sus rivales se llevó una buena paliza.
Por lo general, los integrantes de estas agrupaciones son niños y jóvenes que no reciben una atención adecuada en sus casas, y es por esto que la buscan fuera.
Las pandillas se convierten en una especie de familia para ellos, donde encuentran cobijo, atención, seguridad, y la protección que tanta falta les hace.
La situación es alarmante, ya que son muchos los adolescentes que no tienen una buena formación familiar en el país y corren el riesgo de llegar a ser seducidos por las pandillas
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